Los autores originales son Michèle Artigue, Ferdinando Arzarello y Susanna Epp.
El traductor del artículo al español es Pablo González Mazón (alumno de matemáticas, Universidad de Cantabria, Santander, España)
Estudiar la evolución de un fenómeno natural a menudo conduce al estudio de sucesiones numéricas, especialmente de su comportamiento para términos elevados y a decidir si, finalmente, convergen. Las sucesiones polinómicas, exponenciales y logarítmicas aparecen frecuentemente en la educación secundaria, pero otras sucesiones, con definiciones muy simples, exhiben un comportamiento mucho más complejo. Ejemplos de ello son las caóticas sucesiones que surgen en el estudio de los sistemas dinámicos (ver [1]) y la sucesión de Siracusa (o sucesión ), propuesta por Luther Collatz en 1937. La sucesión de Siracusa ha desafiado a los matemáticos durante décadas. A pesar del enorme número de valores que han sido calculados, a día de hoy se sigue sin conocer si esta sucesión es infinita o si, por el contrario, es finita y termina siempre en (ver [2]).